El Salmo 41 Reina Valera: Fiel expresión del anhelo del alma por la presencia divina y la consoladora fortaleza de Dios.
Salmo 41 – Reina Valera
Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,
Así clama por ti,
oh Dios, el alma mía.
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;
¿cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?
Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche,
Mientras me dicen todos los días:
¿Dónde está tu Dios?
Me acuerdo de estas cosas,
y derramo mi alma dentro de mí;
De cómo yo fui con la multitud,
y la conduje hasta la casa de Dios,
Entre voces de alegría y de alabanza,
de muchos, que celebraban fiesta.
¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.
¿Qué quiere decir el Salmo 41?
El Salmo 41 en la Biblia católica corresponde al Salmo 42 en otras versiones. La primera línea del Salmo 42 (Salmo 41 en la Biblia católica) comienza con: «Como el ciervo anhela las corrientes de agua, así mi alma te anhela a ti, oh Dios.»
Esta línea inicial del Salmo 42 expresa un anhelo profundo, comparando la sed del alma por la presencia de Dios con la necesidad vital de un ciervo sediento que busca agua fresca. Esta imagen poética describe un deseo intenso y una búsqueda ferviente de la cercanía divina. El salmista utiliza la metáfora del ciervo sediento para transmitir la anhelante búsqueda espiritual del alma por la presencia vivificante de Dios.
El salmista expresa su deseo ardiente de estar en la presencia de Dios, anhelando ser fortalecido y restaurado por esa conexión espiritual. Este salmo es una reflexión profunda sobre la sed espiritual del ser humano y la necesidad de la presencia divina para encontrar consuelo, fortaleza y restauración.
La primera línea, al igual que el resto del Salmo 42, destaca la intensidad de la relación entre el individuo y Dios, subrayando la búsqueda apasionada de la presencia y el consuelo divinos en momentos de necesidad espiritual.